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Santa Clarita Diet: comedia para estómagos fuertes, literal


Hay pocas cosas en Netflix tan nauseabundas como esta oscura producción, protagonizada por Drew Barrymore.

por: Lalo Ortega Lalo Ortega

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Probablemente, los zombis se encuentren entre las figuras más conocidas y gastadas de la cultura popular actual, generalmente desprovistas de su original carácter sátiro. Quizá ésta sea la razón por la que Santa Clarita Diet resulta una propuesta tan atractiva, pues supone un acercamiento a estos monstruos y a la sociedad materialista americana, que resulta fresco y de rápida digestión… muy al estilo de la dieta que sigue su protagonista.

 

Sheila (Drew Barrymore) y Joel Hammond (Timothy Olyphant) llevan una vida aparentemente perfecta como agentes de bienes raíces en Santa Clarita, un acaudalado suburbio de California.

 

Sus vidas y la de su hija adolescente, Abby (Liv Hewson), son puestas de cabeza cuando Sheila desarrolla una rara enfermedad que la hace vomitar sin control, lo que provoca que su corazón deje de latir y tenga un apetito desenfrenado por carne cruda. El vecino nerd, Eric (Skyler Gisondo), la diagnostica como una no muerta.

 

 

Paradójicamente, Sheila se siente más viva que nunca y actúa más por impulso, bajo la lógica de “dejarse llevar por el momento”, lo cual la conduce a comer carne humana por primera vez.

 

A lo largo de los 10 episodios (de aproximadamente media hora cada uno), los Hammond intentan desesperadamente remediar su enfermedad para encajar con la obsesión por la normalidad que permea a Santa Clarita, con sus casas sobrevaluadas, los matrimonios perfectos, las reputaciones impecables y los autos último modelo.

 

La condición de zombi de Sheila, sin embargo, es lo que devuelve la vida a su matrimonio. De hecho, ella deja de lado sus preocupaciones superfluas, mientras que para su hija y esposo la vida comienza a tratarse más sobre hacerse felices a sí mismos y a los suyos, que de sacar buenas calificaciones o tener un horno perfecto en la cocina.

 

Este es un tema constante en la serie creada por Victor Fresco, quizá al punto de resultar repetitivo hacia los últimos episodios. Es su acercamiento el que le da frescura, y es el mismo que, probablemente, alejará a varios espectadores: Santa Clarita Diet es impávida al mostrar a Barrymore destripando a una persona o masticando un brazo desmembrado.

 

Este humor negro, ligado a tal nivel de gore, puede llegar a ser tan denso y oscuro como la sangre coagulada de su estrella. Y si hay algo indiscutible es que no es una serie recomendable para la hora de la comida.

 

 

Dicho esto, para tratarse de una comedia, Santa Clarita Diet no cuenta con muchas bromas en su repertorio. El que Sheila se convierta en muerto viviente parece ser su único recurso humorístico, o al menos el predominante, y opera como un mismo chiste contado una y otra vez con algunas variaciones. Eso sí, se beneficia mucho de las vises cómicas de Barrymore y Olyphant, y es un logro digno de mención que, con el estrafalario concepto de la serie y entre saltos repentinos de diálogos melosos a la violencia más grotesca, puedan lograr la empatía del público en los imposibles conflictos morales en los que se ven envueltos.

 

Considerando todo lo anterior, resulta evidente que Santa Clarita Diet no es para todos, mucho menos para quienes no puedan soportar la imagen de un smoothie humano siendo deglutido, al ritmo de la alegre música de John y Josh Debney. Aquellos que puedan manejar esta dosis de oscura comedia: buen provecho.

 

 

Santa Clarita Diet

Creación: Victor Fresco

Reparto principal: Drew Barrymore, Timothy Olyphant, Liv Hewson, Skyler Gisondo

Estreno: 3 de febrero de 2017

Plataforma: Netflix

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