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¿En verdad Tinder está arruinando nuestra forma de ligar?


Un artículo de la revista Vanity Fair sobre cómo Tinder ha cambiado nuestra forma de relacionarlos genera polémica.

por: Allan Vélez Allan Vélez

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Resumen: Nancy Jo Sales, una periodista de la revista Vanity Fair, publicó un artículo donde habla sobre la nueva cultura del sexo rápido y el riesgo potencial que Tinder tiene en nuestra forma de relacionarlos. El artículo, titulado “Tinder y el amanecer del ‘Apocalípsis de las citas’”, recaba puntos de vista de usuarios, pero también de académicos. El artículo de Sales definitivamente tiene un punto, pero también es absolutamente debatible. Tras la conversación que se generó en redes sociales –bueno, realmente en Twitter–, Tinder respondió de forma agresiva criticando a Sales por no haberlos consultado antes de publicar su artículo.

 

A grandes rasgos, la crítica de Sales hacia apps como Tinder es que nos estamos despersonalizando. En apps como Tinder solemos ser un producto. A veces somos un producto bueno (it’s a match!), otras veces somos un producto malo. Y eso es absolutamente normal. Y por más palabrería que Tinder diga en Twitter –en uno de sus tuits hablan sobre una chica paquistaní que conoció a su pareja lesbiana en Tinder–, en realidad Tinder es una app para encontrar personas con quien tener sexo. Eso también está absolutamente bien. Tener sexo es saludable.

 

Y en ese sentido el artículo de Sales tiene algo de razón. Antes de 2012 –sí, Tinder tiene tres años–, buscar a una persona con quien tener sexo requería de ir a un bar para probar suerte o utilizar otras plataformas que nacieron con internet, como Badoo. Hoy puedes abrir una app y encontrar un catálogo de personas que buscan exactamente lo mismo que tú. Si hallas a alguien de tu agrado y ese alguien considera que eres agradable, quizá vayan a algún bar a beber algo para después tener sexo. Las personas que conozco que usan Tinder se sienten perfectamente bien buscando y encontrado personas con quien acostarse mediante una app. Sí, Tinder representa una nueva forma lograr tener sexo. Quizá sea exagerada la comparación, pero es evidente que Tinder ha significado una especie de mini revolución sexual, justo como lo fue la apertura sexual femenina, la aceptación y promoción de métodos anticonceptivos o el reconocimiento de los derechos gays. Todos estos cambios tuvieron un común denominador: la libertad de elegir. Y Tinder funciona a través de la libertad. En Tinder soy libre de elegir con quién quiero acostarme.

 

Y claro, la reacción que ha asumido Tinder hasta ahora parece incorrecta y desproporcionada. Como periodista asumo que si Sales hubiera buscado a un vocero de Tinder para que comentara sobre su hipótesis –Tinder está cambiando nuestra forma de relacionarlos–, quizá hubiera obtenido muchas respuestas rosas –y ciertas, sin duda alguna– sobre norcoreanos utilizando Tinder para relacionarse o paquistaníes encontrando un escaparate a la privación de libertades comunes en Occidente. Pero quizá Sales jamás hubiera escuchado de un vocero de Tinder que Tinder es una app para encontrar personas con quienes tener sexo.

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