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La tecnología detrás de la bomba atómica que destruyó Hiroshima


A 69 años del ataque nuclear a Hiroshima que mató a más de 140 mil personas, el empleo de tecnología para estas armas sigue siendo tema de debate a nivel mundial.

por: Carlos Peña Carlos Peña

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El 6 de agosto quedó marcado para siempre en el calendario desde que en 1945 ocurrió una de las catástrofes más grandes de la historia -y en la cual el planeta pudo ver un poco del inimaginable poder de la ciencia y la tecnología-, el lanzamiento de la primer bomba atómica.

 

Tres días después, el 9 de agosto, llegaría otro ataque menos "famoso", pero igualmente mortal a la ciudad japonesa de Nagasaki, ya que otras tantas miles de personas murieron entre el impacto de la bomba y la exposición a las radiaciones, lo que acabó de sellar el fin de la Segunda Guerra Mundial, luego de que los dos ataques precipitaran la capitulación de Japón, el 15 de agosto de 1945.

 

¿Quién hubiera imaginado en aquel entonces que el fin de la Segunda Guerra Mundial -con Estados Unidos y Japón como principales protagonistas- tendría un costo tan elevado? Nadie, porque hasta ese momento los únicos que tenían una idea cercana del alcance de la bomba atómica eran los norteamericanos que realizaron pruebas en Nuevo México y estaban obligados a mantenerlo en absoluto secreto.

 

Hasta el momento se sigue ignorando el número exacto de las personas que perdieron la vida tanto en Hiroshima como en Nagasaki, pero se especula un aproximado de 250,000 personas entre las dos localidades, de las cuales sólo un porcentaje mínimo eran soldados. Alrededor de 100,000 japoneses murieron al instante calcinados y desintegrados por la fuerza nuclear de una bomba de la que nadie había escuchado hablar nunca. El resto fue muriendo lentamente por las consecuencias del impacto: incendios, gente que quedó atrapada entre los escombros, quemados, lluvia tóxica, radioactividad e incluso años después se le siguieron atribuyendo pérdidas a causa del cáncer que desarrollaron varias personas por la exposición a los químicos de la explosión. 

 

Detrás de la primera bomba de destrucción masiva

Investigaciones de personajes famosos como Albert Einstein con su aportación de la relación entre masa y energía fueron claves para entender la fusión nuclear, aunque en realidad su diseño y construcción comenzaron en 1939 a manos de un equipo de científicos británicos y estadounidenses.

 

Sin embargo, no fue hasta 1942 que se logró la primera reacción en cadena controlada y para el 16 de julio de 1945, bajo el mando del científico alemán Robert Oppenheimer, se realizó la primera prueba en Nuevo México que vislumbró el futuro de la isla japonesa. La primera de las bombas que costó millones de dólares en investigación científica y tecnológica llevó por nombre “Little Boy” y estaba hecha de Uranio, mientras que “Fat boy”, la que destrutó Nagasaki, era más poderosa y estaba constituida de Plutonio.

 

Las dos caras de la moneda

A 69 años de este trágico suceso el uso de la energía nuclear sigue generando opiniones dividas, pues quienes están en contra ponen como ejemplo los siniestros ocurridos en Japón y temen que algo similar pueda suceder con plantas nucleares. Quienes aún tienen argumentos para defenderla destacan sus contribuciones a la ciencia, al avance tecnológico y al desarrollo de los pueblos.

 

Independientemente de las implicaciones bélicas, hoy la energía nuclear se sigue utilizando en ramas como la agricultura, la medicina y la industria eléctrica. Los que trabajan con ella argumentan que bajo condiciones ideales puede ayudar a evitar la contaminación que generan los combustibles fósiles como el carbón o el petróleo y de hecho se estima que un 10 o 15% de la energía eléctrica mundial es generada por plantas nucleares. De ahí que se considere una fuente de recursos para los pueblos.

El problema es que precisamente como ya lo presenció la humanidad, en manos equivocadas significa un riesgo latente, algunos ejemplos son la bomba atómica de Hiroshima o los accidentes nucleares de Chernobyl (Ucrania), Three Mile Island (Estados Unidos y Tokaimura (Japón).

 

Desde entonces el mundo se ha dividido entre países que cuentan con armas nucleares y los que no, pero aún más alarmante son aquellos países que han desarrollado tecnología nuclear con un perfil bajo y que podrían sumarse a la lista de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Kachemira, Pakistán, India y China. De acuerdo con especialistas, y a pesar del tratado de prohibición de pruebas nucleares, este tipo de tecnología se sigue perfeccionando y ahora se tienen artefactos más pequeños y ligeros e incluso se ha hablado de una bomba de neutrones que no causaría un impacto material como el de Hiroshima, pero sí podría igualar y hasta superar las pérdidas humanas por efecto de la radiación.

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