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Review - ‘Prince of Persia: The Lost Crown’, el fenomenal regreso de una saga legendaria


La longeva franquicia Prince of Persia regresa a sus raíces en 2D, pero ahora en clave de metroidvania

por: Uriel Barco Uriel Barco

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El último tercio de 2023 y el inicio de 2024 bien podrían verse como testimonios de que Ubisoft, firma detrás de varias de las franquicias más icónicas del gaming, tiene el objetivo de retomar el prestigio que poseía antes de convertirse en el ejemplo por excelencia de compañía que lanza al mercado juegos no optimizados saturados de bugs. Y ese objetivo parece que versa en abrazar el pasado de sus IPs más icónicas.

 

En octubre de 2023 vimos este enfoque con Assassin’s Creed Mirage, un título que, después de tres exhaustivas entregas de Assassin’s Creed instaladas en un ángulo acción/RPG, llegó como bocanada de aire fresco para ofrecer una experiencia de juego concisa y en sintonía con la que tenían los primeros títulos de la franquicia. Y ahora, ese mismo enfoque es el que luce Prince of Persia: The Lost Crown, un título que rescata del olvido a Prince of Persia para ofrecer una estupenda aventura en perspectiva 2D reminiscente a la de los primeros juegos de esta longeva IP, pero ajustada a una lógica de metroidvania.

 

Prince of Persia: The Lost Crown no sigue ninguna línea argumental previamente establecida y pone al jugador al mando de Sargon, joven integrante del Los Inmortales, quien deberá adentrarse en la ciudad Monte Qaf para rescatar al secuestrado príncipe Ghassan, en una aventura que lo hará encarar más de una vuelta de tuerca, enfrentar legiones de adversarios y aprender nuevas habilidades que le ayudarán a seguir avanzando en su travesía que se extiende por encima de la marca de las 20 horas de juego.

 

Lo primero que llama la atención de Prince of Persia: The Lost Crown es que es un título que reserva sus mejores cartas para la jugabilidad, navegación y experiencia al control, dejando que el apartado gráfico se mantenga modesto, pero no por ello desprovisto de estilo. De hecho, resulta curioso que estemos ante un título que apoya su contexto argumental en la mitología persa, mientras que la identidad de sus cinemáticas esté 100% inspirada en el anime, con todo y elementos visuales bombásticos y tiros de cámara dramáticos.

 

La jugabilidad es reina en este extenso metroidvania. Desde el arranque de la jornada, los usuarios serán testigos de que Sargon posee un amplio abanico de movimientos para la navegación y el combate, y que van desde hace sprint y brincar de pared en pared, hasta lanzar a los enemigos por los aires y dejarlos a merced de combos aéreos, sin mencionar su capacidad para hacer parry -de hecho, una mecánica fundamental dentro del sistema de combate- y sus técnicas de evasión y deslizamiento.

 

A esa amplitud de movimientos se irán sumando las diversas habilidades que el jugador estará desbloqueando conforme avance en la aventura y que le permitirán llegar a otras áreas a las que antes era imposible tener acceso -en la mejor tradición de un metroidvania-, mientras que las armas del protagonista serán objeto de mejoras en función de que se reúnan los recursos necesarios para este fin.

 

También sorprende que, para tratarse de un título de Ubisoft, Prince of Persia: The Lost Crown prescinda de un árbol de habilidades y en su lugar opte por un sistema de amuletos que tienen diversos efectos y que cada jugador podrá mezclar hasta obtener la combinación que mejor se ajuste a sus preferencias y estilo de juego.

 

Al hacer la suma de mecánicas, perspectiva y scope general, pareciera que este metroidvania en 2D es una anomalía dentro del catálogo de Ubisoft, compañía a la que mejor se le ubica por sus múltiples títulos open world que evitan tomar riesgos, con independencia de que sean productos eficaces o cuestionables. Pero solo hace falta observar que Ubisoft Montpellier es el estudio detrás de su desarrollo y entonces todo comienza a explicarse por sí mismo.

 

Ubisoft Montpellier es la desarrolladora responsable de varios de los títulos en 2D y 3D que le dieron identidad a Ubisoft desde mediados de los 90 y que ayudaron a mantenerla como una de las firmas líderes de la industria, incluyendo Rayman, Rayman 2: The Great Escape, Beyond Good & Evil y Rayman Legends. En otras palabras, estamos ante uno de los estudios que mayor creatividad derrochan al interior de la compañía francesa, situación que en Prince of Persia: The Lost Crown queda aún más en evidencia cuando el usuario debe hacer uso de diversas habilidades en sucesión para resolver puzzles o superar desafíos de navegación.

 

No exageramos al decir que los puzzles de este juego son algunos de los mejores que hemos visto en los últimos años. En más de una ocasión nos fue imposible contener la reacción de asombro ante un puzzle resuelto, luego de ser testigos del ingenio en su planteamiento, lo que nos hizo desear que Ubisoft de verdad comience a abrazar más este tipo de propuestas que se alejan de la repetitiva fórmula open world con la que permea sus franquicias más representativas.

 

Por lo que hace al apartado técnico, tal como señalamos líneas más arriba, para este juego la fidelidad de los gráficos no importa y le basta con ofrecer un diseño de arte estilizado y de bajo conteo poligonal, en pos de una experiencia fluida a 60 cuadros en la que la versatilidad en combate y desplazamiento son los ejes, mientras que el diseño de audio y la banda sonora, si bien se antoja difícil que dejen huella permanente en el usuario, logran subrayar el contexto mitológico persa al que se sujeta la aventura.

 

Con un 2024 que apenas arranca, podemos decir que Prince of Persia: The Lost Crown es un fuerte candidato para figurar dentro de los mejores juegos del año. Posee todos los elementos que hacen que un título se instale para la posteridad en la conversación, es un bienvenido regreso a las raíces 2D de Prince of Persia -aunque en clave de metroidvania- y es, sobre todo, un recordatorio de que Ubisoft es una firma completamente capaz de entregar títulos increíbles como éste. Lo hizo muchas veces en el pasado y ahora solo hace falta que deje de apostar siempre por la fórmula probada y que deje a sus estudios de desarrollo echar a volar el ingenio.

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