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GeekPolar: Selfie stick, lo bueno y lo malo


Quien esté libre de pecado, que dispare la primera selfie.

por: Carlos Peña Carlos Peña

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El selfie stick se ha vuelto tema de discusión; unos lo odian y otros lo aman (la mayoría de las veces en secreto). Lo cierto es que el invento cumple con propósitos muy útiles para la forma en la que hemos empezado a utilizar las cámaras de nuestros teléfonos, pero, ¿qué pasa cuando llevamos su uso al extremo?


Este accesorio comenzó a popularizarse en Asia y, como muchas modas que surgen en oriente, viajeros de otras partes del mundo comenzaron a disfrutar de los beneficios de obtener fotografías con una perspectiva mucho más amplia de la que nuestros cortos brazos permiten. El problema fue cuando nuestra falta de cultura nos llevó a utilizarlo en lugares y momentos poco apropiados, al grado de que hoy por hoy algunos sitios públicos han prohibido su uso.

 

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El segundo cuestionamiento tiene que ver más con un tema de proyección personal, es decir, lo que transmitimos cuando lo utilizamos, y más grave aún si es en público. Condenado como uno de los peores inventos de la humanidad y como arma narcisista, hemos decidido dedicar un GeekPolar al selfie stick para satirizar algunos de los peores usos que hemos empezado a darle. Esperamos no herir susceptibilidades.

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